Todo el mundo parece estar vendiendo algo, desde el gurú espiritual hasta el comercial que trabaja a pie de calle. Todas estamos vendiendo algo o vendiéndenos a nosotras mismas, todo el tiempo.

Es agotador. Un bombardeo continuo. Publicidad. Marketing. Promoción. Difusión. Los reclamos llegan por todas y cada una de las vías. Pantallas, dispositivos, ondas, paneles, carteles, correo, octavillas… Es imposible no estar sometida a su impacto.

Parece ser que lo hacemos porque lo necesitamos para obtener un dinero con el que cubrir nuestros gastos, porque creemos que lo necesitamos o que vendernos es la manera de obtener ese dinero que nos hace falta. Porque es lo que hay que hacer, decimos, lo que hace la mayoría. Porque no conocemos otra vía. Vender y vendernos.

Vender. Comprar. Gastar. Invertir. Tener. Lograr. Vivir se ha vuelto una transacción constante. Ojalá que no perpetua. Vivir debería ser más sencillo, natural y asequible. Un despliegue de esencias sin mayores expectativas, sin intencionalidad final más allá de ser y disfrutar del grandioso espectáculo que la Vida es.

Cuando me desprendo del uso de una red social, cuando dejo de consumir un producto al que estaba habituada, cuando entro en contacto directo con la naturaleza me doy cuenta que, aunque dentro del sistema, puedo manejarme de otro modo, sentirme más libre y por momentos también más sola. Una soledad que me transporta sin embargo a sentirme parte de un Todo donde no hay nada que vender porque no hace falta comprar nada.

Ese espacio puede presentarse bajo la forma de un vasto universo de luz, un abismo de oscuridad, un cosmos celestial, un pozo de negrura insondable, una nada silenciosa y en apariencia estéril que sin embargo contiene todas las posibilidades, un océano por tanto de energética fertilidad que al principio me aterrorizó y que ahora siento con certeza como mi hogar.

Vacío. Nada. Todo. Eternidad. Plenitud. Sin forma. Energía.

No hay establecimiento ni modo de pago que facilite eso. Solo el camino interior puede llevarnos.

Existir no se compra ni se vende. Ser tampoco. Vivir es gratis. Recuerda que así es.