Sentada junto a la ventana en este pequeño avión, suspendida en el aire, haciendo parte de este prodigioso cielo mientras soy testigo de un amanecer deslumbrante, me asalta una certeza conmovedora.
Cuando confío no hay miedo.
Es tan simple que me abruma.
Y no precisa de más explicaciones, de retórica alguna.
Confiar es entregarme, abandonarme a lo que es, a lo que hay. Creer firmemente y sentir que así es.
Que la Vida, como repite incansable el Maestro, cuida de sí misma. Que no soy tan importante ni tengo tanto que hacer. Que existir en plenitud es ya el logro y que puedo relajarme y disfrutar del espectáculo, como hago ahora presenciando esta prodigiosa salida del sol, sin nada más allá que hacer que contemplarla maravillada.
Confío en que este sol va a aparecer cada mañana y que con su luz y calor seguirá sosteniendo la vida. Confío en que existe un plan, un lugar y un sentido para cada ser, para cada átomo de luz, para cada mota de polvo. Que la entrega genuina me coloca en la humildad y el asombro, que la gratitud entonces me cubre con su manto y experimento una clase de descanso tan integral que por un momento me resulta hasta ajeno. Que yo entera me torno amor y su fuego fulmina cada duda, toda exigencia y aquello que no es real.
Confiar es adueñarme de mi ser, verme haciendo parte de este puzle sideral y sentir que una inteligencia superior, una sabiduría universal orquestra este prodigio.
Confiar es un acto de fe. La confianza es certidumbre, seguridad, calma. Hubo un tiempo que no supe cómo hacer para sentirla hasta que me di cuenta que no tenía nada que hacer, que ella me toma cuando estoy dispuesta, abierta, porosa.
El miedo es producto de la falta de confianza.
Confío, sí. Confío en la Vida. En esta Vida. En la vida que soy y que me sostiene. No existe apoyo más firme y constante ni abrazo más incondicional que el que Ella me presta de continuo.
Sonrío. Cierro los ojos. Me dejo tomar por esta luz interna, por este sol, por la certeza, y vivencio el bienestar integral que en mí generan.
Este estado es mío. Me pertenece. O yo le pertenezco. Soy yo.
La confianza soy yo.