Faltan 14 días para vernos

Me está costando esta vez la distancia. Y eso a pesar de los mensajes, las llamadas, las imágenes y las músicas compartidas. ¡Bendita tecnología que nos acerca a diario sin importar cuántos kilómetros medien entre tu piel y la mía! Me voy consolando con esos encuentros virtuales, dispositivos que calman la falta de contacto sensorial y la cercanía física. Somos mucho más que este cuerpo y si pongo la atención en eso puedo percibir entre nosotros una conexión que trasciende la materia. O al menos así me sucede a mí contigo. Como si un hilo invisible de sutiles cualidades hiciese de puente y de conductor entre nuestras realidades.

13 días

Me despierto aún de noche pensando en ti. Me parece tenerte aquí a mi lado mientras duermes, sentir tu tacto, percibir tu olor y la cadencia de tu respiración. Te he encontrado en un sueño, nos he soñado conversando sobre cualquier asunto y he soñado nuestras risas. Me gusta escucharte cuando hablas, reír contigo, fijarme en tus expresiones y en tus gestos tan peculiares, tan nuevos para mí, cómo pasas de un asunto a otro de repente, cómo funciona tu mente y qué hace la mía para acoplarse, y enredada en eso me acaricia otro amanecer medio nublado mientras el sol va haciéndose paso y rodeándose de azul. Sé que en un un rato va a envolverme con su cálida claridad otoñal y lo espero ansiosa. Como te espero a ti.

12 días

Quiero contarte algo que recordé hoy mientras caminaba. Preguntarte algo que se me ocurrió. De pronto la curiosidad se expande y me parece necesitar hablarte. No es importante, tal vez ni sea interesante. Una tontería, seguro. Da igual, quiero compartirlo contigo. Quiero llamarte, ya, ahora mismo, en este preciso instante y en tantos otros que se suceden hoy y cada día. Desde que nos conocimos. Curiosidad, necesidad, deseo, ganas, impaciencia, inmediatez… Me dijiste un día que anote lo que me apetezca nombrar cuando nos encontremos y lo he hecho alguna vez. Me siento torpe manejándome en esto de conocernos. No es una amistad al uso la nuestra, ni tampoco una relación. ¿Qué es? ¿Hace falta ponerle una etiqueta? Es un vínculo con intimidad en diferentes niveles de percepción, algunos de los cuales escapan a las coordenadas temporales, espaciales y por tanto racionales. Que la mente racional no comprenda no anula que lo que está sucediendo sea real y tangible.

11 días

¿Qué estamos haciendo? ¿Qué sentido tiene esta aventura incierta en la que nos hemos embarcado juntos? Sin un destino claro, sin fechas previstas ni proyecto, con pocas expectativas y muchas dudas, improvisando sobre la marcha, confiando en el impulso, guiados por una brújula incandescente que vibra sin cesar, que late porque está tan viva como el amor que me inunda cuando te siento. Eso es real. Lo es para mí. El mapa del tesoro. Algo con lo que sí contamos, lo llevamos puesto, integrado. Y en eso confío.

10 días solo

Empiezo a ver que de verdad queda menos ya. Me emociono ante la idea de volver a sentir tu abrazo, tu olor, tus labios y los míos trenzados, nuestros cuerpos desnudos reconociéndose con la familiaridad de varias vidas compartidas, sin tiempo ni distancia, en la presencia pura, enteros, sin tara, entregados y porosos, confundiéndose nuestros aromas, texturas y sabores, creando los nuestros propios, únicos, irrepetibles. Casi que puedo sentirlos… ¡Qué ganas de estar contigo, juntos, fundidos! Tantas que me cuesta sostenerlas. Se me hace insoportable por momentos extrañarte, desear estar contigo. Mejor pensar en otra cosa, algo trivial, ocuparme. Mejor no pensar en ti, en nosotros juntos. Es demasiado bueno y aún no está aquí en el terreno de lo palpable. Anhelo esa materialidad. Aquí y ahora la conexión en sus formas más sutiles se me vuelve invisible, escurridiza. No consigo abrazarme a ella. Mejor ponérmelo fácil, ponerme a la tarea, entretenerme, dejar de mirar el reloj, y el calendario, y el móvil. No pensar. Hacer. Automatizarme. Al menos hoy, de momento. Y así algo en mí se calma.

9 días

Solo una cifra ya. ¿Cuánto hace desde que nos despedimos la última vez? Demasiado. Una eternidad me parece. Aquel último abrazo con beso y no mirar atrás para poder soltar. Odio los aeropuertos y separarnos allí después de cada encuentro. Esta vez te esperaré yo al otro lado buscándote entre tanta gente viajera. Amo los aeropuertos y poder reencontrarnos en ellos una y mil veces. ¿Por qué vivimos tan lejos uno del otro? Qué pregunta tan absurda. Podríamos estar incluso más alejados, en países o en continentes distintos, en zonas horarias opuestas, en polos imposibles del planeta. En cambio sólo nos separan unos pocos cientos de kilómetros. ¡Qué ridiculez en un universo infinito!

8 días

Afuera la luz se va reduciendo y la oscuridad va adueñándose de más espacio cada día, en una fusión danzada tan perfecta como fluida. Quiero bailar contigo, bailarte y bailarme a tu lado, bailarnos juntos y que me lleves en una de tus danzas a donde sea que tú vas cuando bailas, y explorar ese espacio tuyo desconocido para mí y empaparme de tus movimientos. Sentirme tomada por ellos y atesorarlos en algún recodo de mis articulaciones para rememorarlos cuando no estemos juntos. Y poder danzarnos en la ausencia desde este esqueleto mío que nos recuerda siempre.

7 días

Nos conocimos recién inaugurado el estío y ahora vamos a vivirnos otoñales. Con menos luz, con más ropa, sin calor, la piel perdiendo el dorado. Con más ganas tal vez de pasar los días fuera y las noches dentro. Con el mismo deseo de tenerte cerca y saber más de ti. Quién eres. Qué anhelas. Qué te asusta y qué te excita. Cuáles son tus sueños y dónde habita tu sensibilidad. Cuál es la forma de tu vulnerabilidad de hombre. Qué otras siluetas adquiere tu fuerza, tu determinación y también tu ternura. A dónde te quiere llevar tu curiosidad. Cómo es tu amor. Qué te hace feliz…

6 días

Me sorprendo fantaseando con los planes que quiero proponerte, los sitios a los que llevarte para descubrirlos juntos por primera vez. Nos van a faltar horas, días. No hay tiempo para tanto. Respiro. Me relajo. Será perfecto como surja. Siempre lo es. Incluso cuando nos desencontramos, y tú te alejas en el frío y yo me quedo asustada en vacío. Cada uno en nuestro pozo particular del horror. Hasta en eso nos ayudamos, en mostrarnos y tocarnos las heridas y llevarnos mutuamente a escenarios dolorosos y conocidos para recordarnos que ya no son tan peligrosos y que ahora hay tanto espacio para el encuentro como queramos generar.

5 días

Me gusta mi vida. Es una buena vida. Soy una mujer afortunada. Me doy cuenta y lo agradezco a diario. La disfruto, la saboreo, me entrego a ella. Y también puedo ver que tu aparición me ha traído otros colores que no conocía y que me fascinan. Quiero que se queden. Quiero que te quedes. Quiero tenerte en mi vida, pintarla también con esta paleta que me has descubierto. Si es que tú quieres estar. Quiero quererte, cuidarte, darte el amor que tengo para ofrecerte, el amor que te mereces. Quiero conocerte. ¿Cómo podría eso estar mal, en el sentido que sea? ¿Cómo puede el amor no ser apropiado?

Faltan 4 días

Hoy me debato entre dudas. No sé qué sentido tiene todo esto, si me estoy dejando llevar por la fascinación, el deseo, la novedad… Y la estoy cagando. ¿Y si estoy confundida o equivocada? ¿Y si ando cegada? Yo no soy así, no hago estas cosas. ¿Pero qué cosas son ésas? ¿Estoy cometiendo algún crimen? ¿Me estoy volviendo loca? ¿O estoy más cuerda que nunca? Tengo miedo del daño que puedo hacer, de que la única estructura conocida que tengo se desmorone bajo mis pies. Miedo, sí, hoy parece atenazarme, enganchado a mis tripas y en mi cabeza, como una alimaña hambrienta, desesperada. Tan incómodo y pegajoso. Pero confío… Con miedo también puedo seguir. Confío en este algo invisible que me guía y en que ya no hay vuelta atrás ni arrepentimiento. Estoy subida a la cresta de la ola, cabalgándola por puro instinto, y aunque sea una vía poco explorada por mí hasta ahora, hace parte de mi naturaleza. Por eso confío.

3 días

La parte más tramposa, entrometida y rebuscada de mi mente me arrastró ayer y parte del día de hoy por sucios lodazales y polvorientas cunetas, dejándome magullada, derrotada y sin recursos. Descendí a sótanos conocidos que ya no quiero visitar más. Desvalorización, cuestionamiento, juicio, auto-exigencia, culpa, miedo, angustia… Vueltas y más vueltas en bucle hacia ningún sitio, atrapada por mí misma, boicoteándome en cada movimiento, mancillando la belleza y la alegría de mi experiencia, despreciando mi amor y mi entusiasmo, procurando manipular y echar por tierra a mi instinto, a mi intuición y a la dirección que mi alma me señala. ¡Basta ya! Salgo al mar, al viento, a caminar. Hablo de lo que me está pasando. Me conecto con la música y el silencio interno que genera en mí. Ese espacio de no mente, no tiempo, sin identidad, sin materia. Suelto y recibo. Me saco las telarañas, agradezco, me disculpo, vuelvo al amor que soy y que me mueve. Voy a cuidarlo como a la niña de mis ojos, como oro en paño, como una joya de valor incalculable.

2 días

He necesitado distancia de ti estos días de excursión por mis catacumbas, y al mismo tiempo tú has necesitado separarte. En sincronía. Otra vez. Yo centrada en mí, tú enfocado en lo tuyo. Me ha costado al principio y enseguida he podido ver mi enganche. Enganchada a ti, a la ilusión que me palpita dentro, a la emoción y al placer. No quiero que el enganche se transforme en adicción. Quiero abrirme y entregarme a ti sin perderme en ti. He rememorado el regusto amargo de esa vivencia y no quiero transitarla de nuevo. Así que agradezco esta distancia que tan acertada y espontáneamente ambos hemos articulado. Un prodigio de auto-regulación al que empiezo a encontrarle el encanto. Sigo anhelando estar juntos y a la vez me parece hacerlo desde un espacio interno de mayor calma, de sosiego. Y esto es bueno para mí.

¡Mañana es el día!

Hay cosas que la mente no comprende pero que se manifiestan de formas tan evidentes que ni la mente racional puede negarlas. Y le toca claudicar, entregarse al misterio, aceptar y abrazar lo que es.
Eso es humildad. Y grandeza.

Mi mente ha entrado en alerta estos días, como le pasa cuando siente amenazado nuestro espacio de seguridad. No la culpo, la comprendo y le agradezco su empeño por cuidarnos. Es solo que necesito tomar yo el rumbo y decirle que vamos a atravesar el peligro, juntas, y que vamos a sobrevivir, que no es un peligro mortal lo que sea que nos espera al otro lado, sino una transformación, un cambio hacia otra realidad.

Va aceptando la propuesta y nos quedamos tranquilas, y desde esta calma puedo mirarte y mirarnos con unos ojos más limpios y transparentes. Una mirada abarcadora y profunda que le hace sitio a todo lo que es.

Me gusta estar aquí. Prefiero estar aquí, con estas vistas y desde el aroma que aquí se respira. Con la intención de permanecer en este espacio de serenidad me entrego a este día previo a nuestro reencuentro, así quiero poder recibirte y estar contigo, y desde ahí anhelo seguir recorrido a partir de ahora, pase lo que pase, a mi ritmo, atenta, escuchando a mi cuerpo. La lentitud es un logro, efectivamente. Una oportunidad para expandir mi conciencia. Mi lentitud es sagrada. Mi tempo pausado una bendición, como lo es mi cualidad amorosa.

Así me quiero. Así nos amo.


Descubre más desde lamujerinterna.com

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.