Ando agobiada por el calor y de pronto se me ocurre hacer lo mismo que hace mi gato, gran maestro del instinto y de lo cotidiano. Me tumbo desnuda en el suelo que, aunque duro, está fresco. Busco una postura en la que poder abrirme lo más posible y me relajo, el tiempo que puedo, antes de que comiencen a resentirse mis huesos.

Así tumbada, en silencio, sin hacer nada, buscando máximo contacto con el mármol, me entrego a un descanso reparador. A pesar del calor hay espacios donde encontrar un reducto de tranquilidad sin caer en la desesperación. Hasta puedo dormirme. Y soñar. Y despertar sintiéndome renovada.

Me hace pensar que no necesito tanto en realidad, que poco es más que suficiente, que poco es de hecho un gran tesoro. La vida se vuelve más liviana cuando simplifico, cuando dejo de creer necesitar eso que en principio veo como imprescindible.

Nada excepto el aire que respiro, algo de alimento y un trozo de suelo en el que poder echarme a reposar.

¿Solo eso? ¿De verdad?

Lo miro echado a mi lado. Acaricio su suave pelaje. Bosteza con amplitud y me retira el contacto. Me resulta fascinante. A veces me parece que nos quiere, otras más bien creo que seguir con nosotros le conviene. No lo juzgo por ello. Me maravilla la sencillez de su realidad. Sabe que aquí tiene un lugar seguro donde sus necesidades van a estar cubiertas. Sabe que lo amamos y que lo cuidamos, que puede contar con nosotros. Por eso vuelve cada día. Pudiendo desaparecer, vuelve cada día. No por lealtad sino porque le interesa. Sabiduría en acción.

Y yo, tan humana, tan desconectada de mi instinto, me enredo en disquisiciones varias sobre un sinfín de asuntos, agobiada por el calor, preguntándome constantemente qué necesito, si debo accionar esto o aquello, si priorizo mi deseo o me pliego… ¿No sería mi existencia más fácil y completa si pudiese vivir con plenitud también desde mi parte más instintiva?

Tal vez sea solo eso lo que necesito…


Descubre más desde lamujerinterna.com

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.