Un útero es como un corazón.

Un espacio que alberga y late, que genera calor y vida, vibración, energía.

Un útero y un corazón son como un hogar.

Un lugar al que retirarse en silencio, donde dejarse caer para descansar y en el que poder ser. Al que abrirle las puertas para recibir y acoger.

Un útero, un corazón y un hogar son como un planeta.

Un organismo vivo y complejo, completo y fértil, perfecto y fascinante.

Útero, corazón, hogar, planeta son como el Universo.

Una realidad infinita y trascendente, desconocida en gran parte, colmada de belleza y lógica interna, sabiduría en acción desplegada en cada átomo, en cada célula.

Útero, corazón, hogar, planeta, Universo.

Uno conteniendo al otro, abrazándose mutuamente en un engranaje perfecto.

Cuando no tenemos útero, igualmente está en nosotros porque permanece su espacio o porque vinimos de uno que fue de hecho nuestro primer hogar.

Cuando no tenemos hogar sabemos que llevamos uno dentro y que otro mayor nos acoge siempre, sin excepción.

La Vida merece el esfuerzo y las ganas. Alguien o Algo puso demasiado y muy valioso empeño en crear este prodigio de perfección y belleza, con sus aristas y límites, con la dureza y la dificultad también.

El Universo es un gran útero.

La Vida es la energía uterina.

Vivir es latir. Resonar. Acoger. Soltar.

Vivir es amar.

Amar lo es Todo.

Todo es Amor.


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