Necesito retirarme. Apartarme de ti, un metro al menos. Que no me toques demasiado, ni que me abraces al dormir. Que hablemos poco, porque hasta mirarte a los ojos se me hace pesado ahora.

Necesito distancia entre nosotros para elaborar la tristeza que afloró tras escucharte. Porque de pronto fue como si no te conociera o como si viera con claridad lo que siempre estuvo y que no quise atender.

Frialdad, distancia, huida, escapismo, negación de nuestro compromiso y de tu responsabilidad, silencio… Un silencio crudo y agresivo que araña nuestro vínculo y se interpone entre nosotros gélido, pétreo, inquebrantable.

No. Eso no fue lo que acordamos. Ni yo he idealizado nuestra alianza. Ni me embarqué sola.

A partir de aquí es preciso modificar nuestro acuerdo. Es la única forma de continuar. Y para ello necesito esta distancia. Para elaborar la decepción, el desencanto, la amargura, mi tristeza… Necesito hacerlo para poder seguir amándote, para continuar a tu lado. Será de otra manera, y aún así, juntos. Sin rencor, sin juicio, sin atacarte. Aceptando tu sentir, que es tu verdad, abrazándote a ti, entonces sí, con todo lo tuyo. Es la única manera de amar.

Y para llegar a ella preciso de ese metro de distancia. Permíteme apartarme de ti un rato, durante un tiempo. Yo sabré cuánto y tú también lo notarás.

Lo siento. Sé que esta brecha te hace daño. Y sin embargo es la única manera para mí aquí y ahora.

Sigo aquí. No me marcho. No te marches. Volveremos a reencontrarnos en algún lugar a medio camino entre tu sentir y el mío. Y allí podremos abrazarnos de nuevo.

Espérame. Voy de camino.

Te quiero.


Descubre más desde lamujerinterna.com

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.