Hay palabras que no me vienen cuando quiero utilizarlas.
Sugestión.
Estímulo.
Especulación.
Simetría.
Prestación.
Vascular…
No sé qué le pasa a mi cerebro cuando quiero ir a buscarlas; en mi mente tengo claro cuál necesito y al ir a por ella es como si en el lugar que ocupa hubiese de pronto un vacío, nada. Le doy vueltas y vueltas a ese espacio hueco, pueden pasar minutos, a veces incluso días, y no hay manera, no las encuentro justo cuando las preciso.
Las miro y las remiro sin entender aún por qué ésas siempre y no otras. ¿Qué es lo que internamente rechazo de ellas? ¿O tal vez no es rechazo sino solo un cortocircuito mental que interrumpe el flujo de vocabulario? ¿Me estaré volviendo loca o tonta por entregas, un poquito cada día hasta llegar tal vez a perder el sentido por completo algún día?
Esto me da miedo. Me asusta la locura. Me aterra perder la cabeza. ¿Cómo debe ser estar en esa especie de limbo interno que puede tener sentido solo para mí misma? Ajena. Separada. Y permanecer ahí sola, noche y día… Loca y sola…
Las palabras, el lenguaje, la comunicación son instancias relevantes para mí. A través de ellas me sitúo y me presento, traduzco la realidad que me rodea, me relaciono, siento, me conecto y desconecto. Así que si las voy perdiendo, ¿qué me queda?
¿Tú lo sabes? ¿A ti te pasa?
Tal vez ese cortocircuito interno no es más que una invitación a encontrar otras maneras de hacer todo eso que es ‘estar en el mundo’ . Las sensaciones físicas, los sentidos, la música, la danza, el contacto, el cuerpo, sin más. Mi cuerpo, todo él, con cada de sus infinitas prestaciones (¡me vino la palabra!) me invita a tenerlo más en cuenta. ¡Tiene tanto que aportarme y hasta ahora le he sacado tan poco partido!
Yo soy mi cuerpo. Sí. Soy también eso. Soy las canas de mi pelo, el olfato afinado, la tirantez en el cuello, el vello que se eriza, las lágrimas que se precipitan, el calor que me quema el rostro cuando me enfado, el placer que me recorre, el dolor en los lumbares, el palpitar en las sienes, el latido acelerado, el hambre, el sueño, la necesidad de descanso, el silencio buscado, el asco, la alegría interna, la sonrisa en mi rostro…
Igual necesito cortocircuitarme más a menudo.
Igual sentirme algo loca de vez en cuando me viene bien.
Igual estoy abriendo una puerta a un espacio novedoso, casi desconocido.
Y mi cuerpo es la llave.
Imagínate…
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